De forma similar, la homosexualidad, que una vez
fue considerada como anormal por la profesión médica,
ya no es considerada una enfermedad; está ampliamente reconocida
como una orientación sexual que está presente desde la
niñez. La prevalencia de la homosexualidad es desconocida, pero
se estima que cerca del 6 al 10 por ciento de los adultos tiene exclusivamente
relaciones homosexuales a lo largo de sus vidas. Un porcentaje mucho
mayor de personas ha experimentado actividades sexuales con personas
de su sexo en la adolescencia, pero como adultos tienen un comportamiento
heterosexual.
Las causas de la homosexualidad y de la heterosexualidad
son desconocidas. No se han identificado influencias hormonales, biológicas
o psicológicas que contribuyan sustancialmente a la orientación
sexual de la persona. Los homosexuales descubren que son atraídos
por personas del mismo sexo, al mismo tiempo que los heterosexuales
descubren que son atraídos por personas del otro sexo. La atracción
parece ser el resultado final de influencias biológicas y ambientales
y no una elección deliberada. Por lo tanto, la expresión
popular “preferencia sexual” tiene escaso sentido.
En general, los homosexuales se acomodan correctamente
a su orientación sexual, aunque deben superar los prejuicios
y la desaprobación social. Este ajuste puede tardar mucho tiempo
en conseguirse y puede estar asociado con un estrés psicológico
importante. Muchos hombres y mujeres homosexuales sufren una discriminación
social y en sus lugares de trabajo, que agrava su estrés.
Para algunas personas heterosexuales y homosexuales,
la actividad sexual con diferentes parejas es una práctica frecuente
durante su vida. Tal tipo de actividad puede indicar una baja capacidad
para establecer relaciones emocionales íntimas. Ésta puede
ser una razón para buscar consejo profesional, especialmente
desde que la transmisión de ciertas enfermedades (por ejemplo,
la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, sífilis,
gonorrea y cáncer cervical) está asociada con el hábito
de tener muchas parejas sexuales.
Trastornos de identidad de género
Un trastorno de identidad de género es el
deseo de tener el sexo opuesto o la impresión de estar atrapado
en un cuerpo del otro sexo.
La diferencia entre sexo y género puede ser
simplificada como sigue: el sexo es la masculinidad o feminidad biológica
y el género es cómo una persona se ve a sí misma,
masculina o femenina. El papel de género es la presentación
pública objetiva como masculino o femenino, en nuestra cultura.
El papel sexual es el comportamiento público asociado con la
elección de una pareja sexual (homosexual, heterosexual o bisexual).
Para la mayoría, la identidad de género (el sentimiento
íntimo de ser masculino o femenina) está de acuerdo con
el papel de género (por ejemplo, un hombre siente y actúa
como un hombre).
La identidad de género se establece generalmente
en la primera infancia (18 a 24 meses). Los niños se dan cuenta
de que son niños y las niñas, de que son niñas.
Incluso aunque un niño puede preferir actividades consideradas
a veces más apropiadas para el otro sexo, los niños con
una identidad de género normal se ven como miembros de su propio
sexo biológico. Esto significa que una niña a la que le
gusta jugar al fútbol y practicar lucha libre no tiene un problema
de identidad de género si se ve a sí misma como mujer
y está satisfecha con su sexo. De modo similar, un niño
que juega con muñecas y prefiere cocinar a practicar deportes
no tiene un problema de identidad sexual a menos que no se identifique
a sí mismo como varón o no se sienta satisfecho con su
sexo biológico.
Aunque un niño criado como un miembro del
sexo opuesto puede sentirse confundido acerca de su género, a
menudo esta confusión se aclara más tarde durante la niñez.
Los niños que nacen con genitales que no son claramente masculinos
o femeninos en general no sufren un problema de identidad de género
si son definitivamente criados como de un sexo o del otro, incluso aunque
sean educados en el sexo opuesto a su sexo genético.
Transexualismo
El transexualismo es un trastorno característico
de la identidad de género. Las personas con este trastorno creen
que son víctimas de un accidente biológico (ocurrido antes
de nacer) y que están cruelmente aprisionadas en un cuerpo incompatible
con su verdadera identidad de género. En regla general, los transexuales
son biológicamente hombres que se identifican a sí mismos
como mujeres en su temprana infancia y miran con repugnancia sus genitales
y sus características masculinas. El transexualismo parece ser
menos frecuente en las mujeres biológicas.
Los transexuales pueden buscar apoyo psicológico,
para que se les ayude a sobrellevar las dificultades de vivir en un
cuerpo en el que no se sienten satisfechos o para ayudarles a realizar
una transición de género. Otros pueden buscar un cambio
en su apariencia con la ayuda de médicos especializados en cambio
de sexo y en cirugía plástica. Algunos transexuales pueden
contentarse con cambiar su papel de género sin sufrir una cirugía
mayor, trabajando, viviendo y vistiéndose como miembros del sexo
opuesto. Cambian su apariencia externa, pueden seguir tratamientos hormonales
y obtener documentación que acredite el cambio, pero generalmente
no sienten la necesidad de someterse a operaciones caras y arriesgadas.
Sin embargo, para muchos transexuales la mejor ayuda
es una combinación de asesoramiento, terapia hormonal y cirugía
genital. En los varones biológicos, la transformación
sexual se realiza mediante el uso de hormonas femeninas (provocando
el crecimiento del pecho y otros cambios corporales) y la cirugía
para retirar el pene y los testículos y crear una vagina artificial.
En las mujeres biológicas, la transformación sexual se
realiza mediante la cirugía para retirar los pechos y los órganos
reproductivos internos (el útero y los ovarios), el cierre de
la vagina y la creación de un pene artificial. El uso de hormonas
masculinas (testosterona) es importante en la transformación
de mujer a varón y debe preceder a la cirugía. Con el
tratamiento con testosterona, crece el vello facial y la voz se vuelve
más grave de modo permanente.
Aunque los transexuales que se someten al cambio
quirúrgico de sexo no pueden concebir niños, a menudo
pueden mantener relaciones sexuales satisfactorias. La capacidad para
alcanzar el orgasmo queda habitualmente conservada tras la cirugía
y luego algunos refieren sentirse sexualmente satisfechos por primera
vez. Sin embargo, son pocos los transexuales que se someten al cambio
quirúrgico de sexo con el único propósito de ser
capaces de tener relaciones sexuales en su nuevo sexo. La motivación
habitual es la confirmación de la identidad de género.
Parafilias
Las parafilias (atracciones desviadas) en su expresión
extrema son desviaciones socialmente inaceptables de las normas que
rigen tradicionalmente las relaciones sexuales.
Los datos clave de una parafilia incluyen la aparición
de fantasías o comportamientos sexuales excitantes que son repetitivos
e intensos y que generalmente implican objetos (zapatos, ropa interior,
cuero o productos de goma), la provocación de sufrimiento o dolor
en sí mismo o en la pareja o el mantener relaciones sexuales
con personas sin su consentimiento (niños, personas desvalidas
o en escenarios de violación). Una vez que se han establecido,
usualmente en la niñez tardía o cerca de la pubertad,
estos tipos de excitación sexual suelen durar toda la vida.
Algún grado de variedad es muy frecuente
en las relaciones sexuales y en las fantasías de los adultos.
Cuando las personas se comprometen de mutuo acuerdo en ello, los comportamientos
sexuales no lesivos de tipo alternativo pueden ser una parte intrínseca
de una relación amorosa y cariñosa. Cuando se llevan las
cosas al extremo, sin embargo, tales comportamientos sexuales son parafilias,
trastornos psicosexuales que dificultan seriamente la capacidad para
la actividad sexual afectiva recíproca. Las parejas de las personas
con una parafilia pueden sentirse como un objeto o como si fueran elementos
sin importancia o innecesarios en la relación sexual.
Las parafilias pueden tomar la forma de fetichismo,
travestismo, pedofilia, exhibicionismo, voyeurismo, masoquismo o sadismo,
entre otras. La mayor parte de las personas con parafilias son varones
y muchos tienen más de un tipo de parafilia.
Fetichismo
En el fetichismo, la actividad sexual utiliza objetos
físicos (el fetiche), a veces prefiriéndolos al contacto
con las personas. Las personas fetichistas pueden llegar a estimularse
y disfrutar sexualmente vistiendo las prendas interiores del otro, vistiendo
con cuero o goma o tomando, frotando u oliendo objetos como zapatos
de tacón alto. Las personas con este trastorno pueden no ser
capaces de realizar la función sexual sin sus fetiches.
Travestismo
En el travestismo, un hombre prefiere de modo ocasional
vestirse con ropas de mujer, o menos frecuentemente, una mujer prefiere
vestirse con ropas de varón. En ningún caso, sin embargo,
el deseo de la persona es cambiar de sexo, como en el caso de los transexuales.
El intercambio de vestimentas no se considera siempre un trastorno mental
y puede que no afecte de modo adverso a las relaciones sexuales de la
pareja. El travestismo se considera un trastorno solamente si ocasiona
sufrimiento, deterioro de algún tipo o una conducta insensata
que puede conducir a lesiones, a la pérdida del trabajo o a la
prisión. Los travestidos también intercambian sus vestimentas
por razones diferentes a la estimulación sexual, por ejemplo,
para reducir la ansiedad, para relajarse o para experimentar el lado
femenino de sus personalidades, por lo demás, masculinas.
Pedofilia
La pedofilia es una preferencia por la actividad
sexual con niños pequeños. En las sociedades occidentales,
la pedofilia es generalmente considerada como el deseo de tener actividades
sexuales con niños de 13 años de edad o menos. Una persona
a quien se diagnostica pedofilia tiene como mínimo 16 años
y es por lo menos 5 años mayor que el niño víctima.
Aunque las leyes varían de un país
a otro, en líneas generales se considera que una persona comete
un delito tipificado de violación cuando el niño tiene
16 años o menos y el adulto es mayor de 18 años. Los delitos
tipificados de violación a menudo no corresponden a la definición
de pedofilia.
Una persona con pedofilia se angustia o se preocupa
intensamente por fantasías sexuales relacionadas con niños,
aunque no tenga lugar ninguna relación sexual. Algunos pedófilos
sienten atracción sólo por los niños, a menudo
de un grupo de edad específico, mientras que otros se sienten
atraídos tanto por niños como por adultos. Los pedófilos
pueden ser tanto mujeres como hombres y las víctimas pueden ser
niñas o niños. Los pedófilos pueden tener como
objetivo niños de sus familias (incesto) o pueden abusar de niños
de su comunidad. Pueden utilizar la fuerza o la coerción para
someter sexualmente a los niños y pueden proferir amenazas para
evitar que la víctima los denuncie.
La pedofilia puede tratarse con psicoterapia y fármacos
que alteran la conducta sexual. Este tratamiento puede ser solicitado
de modo voluntario o solamente tras una detención por el delito
y sus consecuentes procesos legales. Algunos pedófilos pueden
responder al tratamiento; otros no. La encarcelación, incluso
a largo plazo, no cambia los deseos ni las fantasías de los pedófilos.
Exhibicionismo
En el exhibicionismo, una persona (generalmente
un varón) muestra por sorpresa sus genitales a extraños
y hacer esto la excita sexualmente. La exposición puede seguirse
de masturbación. Casi nunca buscan un contacto sexual, por esto
los exhibicionistas raramente cometen violación. En general,
los exhibicionistas que son detenidos tienen menos de 40 años.
Aunque las mujeres pueden exhibir sus cuerpos de modo provocativo, el
exhibicionismo raramente es considerado un trastorno psicosexual en
las mujeres.
Voyeurismo
En el voyeurismo, una persona se excita sexualmente
con la visión de alguien que se está desnudando, que está
desnudo o realizando una actividad sexual. Lo que les excita es el acto
de la observación y no la actividad sexual con la persona observada.
Es particularmente frecuente algún grado de voyeurismo entre
niños y varones adultos y la sociedad considera las formas leves
de este comportamiento como normales. Cuando se trata de un trastorno,
el voyeurismo puede llegar a ser el método preferido de actividad
sexual y puede consumir incontables horas de búsqueda.
En general, los voyeuristas son varones. Se han
desarrollado mucho la cantidad y variedad de material y de espectáculos
con un contenido sexual explícito para las mujeres heterosexuales
(por ejemplo, los espectáculos de desnudo masculino), pero a
la participación en estas actividades le falta el elemento de
la observación secreta, que es lo característico del voyeurismo.
Masoquismo y sadismo
El masoquismo constituye la obtención de
placer sexual al ser físicamente dañado, amenazado o sometido
a abusos. El sadismo, lo opuesto al masoquismo, es el placer sexual
de una persona al infligir sufrimiento físico o psicológico
a la pareja sexual. Un cierto grado de sadismo y de masoquismo tiene
lugar en las relaciones sexuales de personas sanas, y los miembros mutuamente
adaptados de una pareja a menudo lo buscan el uno en el otro. Por ejemplo,
el uso de pañuelos de seda para simular ataduras y las palmadas
suaves durante la actividad sexual son prácticas frecuentes entre
parejas consintientes y no se consideran sadomasoquistas.
El masoquismo o el sadismo llevados al extremo pueden
ocasionar graves daños físicos o psicológicos,
incluyendo la muerte. El masoquismo sexual implica la necesidad de ser
humillado, golpeado o sometido de algún otro modo, de una forma
real y no simulada, por una pareja agresiva y a menudo sádica
con el objetivo de conseguir la excitación sexual. Por ejemplo,
la actividad sexual desviada puede incluir la asfixiofilia, durante
la cual la persona es parcialmente asfixiada o estrangulada (por la
pareja o por la autoaplicación de un nudo corredizo alrededor
del cuello). La disminución temporal del aporte de oxígeno
al cerebro en el momento del orgasmo es considerado como intensificador
del placer sexual, pero esta práctica puede conducir accidentalmente
a la muerte.
El sadismo sexual puede existir solamente en las
fantasías o puede resultar necesario para alcanzar el orgasmo.
Algunos sádicos atrapan a sorprendidas y aterrorizadas “parejas”
que no consienten estas actividades y son violadas. Otros sádicos
buscan específicamente masoquistas sexuales por medio de anuncios
u otros medios y satisfacen sus necesidades sádicas con un masoquista
que lo consiente. Las fantasías de control total y de dominación
son a menudo importantes y el sádico puede atar y amordazar a
la pareja de maneras muy elaboradas. En casos extremos, el sádico
puede torturar, herir, apuñalar, aplicar descargas eléctricas
o asesinar a la pareja.
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